El mundo virtual se ha
convertido en parte de nuestra vida diaria, por él navegan todo tipo de personajes,
entre ellos los llamados “influencers”, que cuentan con una marca personal y legiones
de seguidores en sus redes sociales. Al popularizarse el fenómeno “instagramer”,
muchas empresas recurren a ellos para incrementar sus ventas o aumentar la
demanda de sus servicios, un negocio que puede ser peligroso, más aún para los
niños.
Efectivamente, también hay niños “influencers”, un oficio que para muchos es rentable. En sus canales de YouTube o cuentas de Instagram, estos peques se dedican a publicitar productos que las principales marcas les facilitan, y que pueden estar relacionados con la moda, la gastronomía, los videojuegos...
Efectivamente, también hay niños “influencers”, un oficio que para muchos es rentable. En sus canales de YouTube o cuentas de Instagram, estos peques se dedican a publicitar productos que las principales marcas les facilitan, y que pueden estar relacionados con la moda, la gastronomía, los videojuegos...
Entre las cuentas más famosas encontramos
a “influencers” como @fashion_laerta, que se dedica a hablar de moda, principalmente
para la marca Guess, @benhampton, que deja buena muestra de entretenida vida
social en sus redes, @coco_pinkprincess, una japonesita que viste con lo
mejor de la moda infantil, @inlovewithkaren, una española con su propio canal
de cocina, @clementstwins, dos gemelas aspirantes a modelo, o @ryansecret, un
niño que cambia de look cada vez que postea.
Los fieles seguidores de estas nuevas
estrellas mediáticas, a través de sus consejos, confiarán ciegamente en las firmas que los visten y en las
marcas con las que sus ídolos juegan o cocinan. Visto así, resulta el sueño de
todo niño, ahora bien, ser un niño “Instagramer”, como decía, puede acarrear inconvenientes.
Al viralizarse el canal del niño “influencer”
en cuestión, y las empresas ver en él una oportunidad de negocio, los padres suelen
convertirse en mánagers. Por tanto, sus hijos pasan a ser trabajadores. Esto
quiere decir que los peques deben cumplir con pautas, contratos y
horarios. Adquieren entonces una responsabilidad laboral que no es recomendable
a tan temprana edad. Esto puede suponer una presión extra, ya que no es lo
habitual en un infante semejante ritmo de trabajo. Su imagen está constantemente
expuesta en la red, con lo cual también están sujetos a recibir todo tipo de críticas:
positivas y negativas, ya sea a través de las redes o en lugares públicos.
Fuentes:
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