¿Qué es el Tió?
Una de las tradiciones navideñas más
conocidas en Cataluña, y de origen pagano, es la de "hacer cagar al Tió": un
tronco de árbol con cara, nariz roja y barretina, que deja regalos debajo de
la manta con la que se le cubre. Durante los días previos al solsticio de
invierno, los más pequeños de la casa le van dando de comer, cuanto más
mejor, porque así el Tió será más generoso. Para que el tronco “cague” regalos,
los niños lo golpean con un palo mientras cantan la canción del "caga Tió" típica
de cada región.
Este ritual suele hacerse el día de
Navidad, o en Nochebuena, dependiendo de cada hogar. Posteriormente, al terminar de
cantar y dar bastonazos, los críos levantan la manta y aparecen los regalos que ha "cagado" el Tió (tradicionalmente dulces,
barquillos, turrón…).
Orígenes del Tió.
El Tió de Navidad,
originariamente, no tenía cara ni barretina, y se quemaba en la chimenea. Este
acto servía para celebrar rituales en memoria de los antepasados, y el humo de
la chimenea representaba una vía de comunicación ancestral. El tronco, al
arder, regalaba calor, luz y, simbólicamente, todo lo necesario para la
celebración. De ahí proviene su nombre precisamente, del tizón, en latín titio, que quedaba una vez quemado el
tronco. Lo de apalear al Tió, por otro lado, podría tener su origen en un
antiguo ritual para hacer despertar a la naturaleza el día del solsticio de
invierno.
Evolución del Tió.
Con la llegada del cristianismo
desaparece el culto a los antepasados, y la tradición de "hacer cagar al
Tió" evoluciona y se convierte en una fiesta infantil de Navidad
que la escuela, transformada en el centro de difusión de las tradiciones populares,
difunde. Es entonces cuando el Tió se humaniza, con la cara pintada y
las patas, y lo que era un acto íntimo y familiar, se convierte en popular.
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