jueves, 21 de febrero de 2019

Los valores de disfrazarse


Los disfraces esconden múltiples ventajas para los niños y también para sus padres. En todas las épocas, no solo en carnaval o Halloween, han sido un juguete muy especial, sin embargo, con los años, estos se han ido relegando exclusivamente a las fechas de dichas festividades. Pero no por ello debemos olvidar que, disfrazados, los niños crecen imaginando mundos y desarrollando su capacidad simbólica. De hecho, el disfraz es recomendado por especialistas como juguete pedagógico. La creatividad que se desarrolla con él fomenta unos valores que otro tipo de juguete no puede aportar.



Debemos saber que el disfraz es un valioso instrumento para transmitir conocimientos, información y normas a los niños. Desde el punto de vista social, el juego con disfraces estimula la interacción y amplía nuevas formas de comunicación. En este caso, el juego con disfraces estimula la interacción y genera nuevas formas de comunicación entre los más pequeños. Vamos a ver, pues, qué valores aporta a nuestros hijos e hijas.

Valor pedagógico:

Cada vez que un niño se disfraza está adquiriendo, sin darse cuenta, una serie de conocimientos, imprescindibles para la vida adulta. Enfundados en su disfraz, los niños ponen en marcha su capacidad para imaginar, introducir normas sociales o interpretar el rol de otro personaje, entre muchas otras cualidades. Por lo tanto, el juego con disfraces promueve la cooperación entre iguales, la identificación con el modelo adulto y el descubrimiento de la vida social adulta y sus reglas.

Valor emocional:

Los disfraces son excelentes promotores de experiencias, emociones y fantasías. El disfraz contribuye al desarrollo de la identidad y de la conciencia personal, favoreciendo el autocontrol y la imagen del yo como individuo. Incluso los más tímidos, una vez disfrazados, se relacionarán con otros niños inventando juegos e historias en relación con sus respectivos disfraces, creando nuevos lazos afectivos con los demás y olvidándose de la vergüenza. Hay algunos pediatras, inclusive, que utilizan en sus terapias divertidos juegos de disfraces y recomiendan a los padres que jueguen con ellos.

Valor físico:

Los disfraces son ideales para estimular la memoria y la coordinación psicomotriz de los niños, pues invitan a estos a moverse por el espacio imitando el personaje que recrea su disfraz. Como padres, debéis tener en cuenta que cada vez que vuestros hijos se disfrazan estimulan, sin darse ni cuenta, su atención, la memoria y su capacidad de concentración.

Valor artístico:

Como el disfraz es una rica fuente de aprendizaje, permite el desarrollo del pensamiento abstracto y del lenguaje, estimulando la imaginación, la creatividad… y favoreciendo la sociabilización. Asimismo, mediante la imitación de aquellos personajes de los que van disfrazados, potenciarán sus habilidades de dramatización y fomentarán la expresión artística. Es por ello que es tan importante que participemos en las fiestas de disfraces en compañía de familiares, amigos y compañeros de clase.

Y recuerda que no es necesario esperar a carnaval para disfrazarse y que el juego con disfraces cumple una importante labor pedagógica en los ámbitos social, afectivo-emocional, cognitivo y psicomotor de nuestros peques.


Fuentes:



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