Durante las fiestas de Navidad, los
niños y niñas se divierten jugando con sus regalos, se acuestan más tarde,
comen a deshora y pierden las costumbres diarias que llevaban antes de las
vacaciones. Todo esto implica una difícil vuelta a la rutina escolar, que suele
suponer un gran esfuerzo de adaptación para los más pequeños de la casa.
Una vez terminadas las vacaciones
navideñas, algunos niños se muestran irritables, tristes o apáticos, por eso,
los expertos dan consejos que suelen funcionar para afrontar la vuelta al
colegio de los peques en la siempre difícil cuesta de enero. Tomad nota:
- Sería
inútil tratar de forzar a los pequeños y pequeñas a centrarse por completo en
sus obligaciones con total normalidad. No se puede cambiar la rutina de los
niños tan drásticamente, por eso se recomienda mantener la diversión unos días
después de haber empezado la escuela. Las actividades divertidas se deben
mantener, aunque ya haya comenzado el colegio.
- Hay
que preguntarles a los niños sobre qué cosas les gustan más de la escuela.
Asimismo, igual de importante es hablar con ellos sobre los temores e inquietudes
que pueda ocasionar el regreso a las clases. Es fundamental escucharles abiertamente,
sin enfados, y entenderles sin restarles importancia ni reñirles por lo que
cuenten. De esta manera se consigue que el pequeño o pequeña pueda expresar qué
es lo que más esfuerzo les supone de la vuelta a la rutina escolar.
- Debemos
establecer rutinas asociadas al sueño, a la comida y a los hábitos de ocio
como, por ejemplo, jugar o ver la televisión. Después de las vacaciones, los
niños tardarán algunas jornadas en recuperar el ritmo habitual, por eso es
conveniente que, unos días antes, los niños hayan vuelto progresivamente a los
horarios de acostarse y levantarse a la misma hora.
- Es
conveniente sentarse con los niños a hacer los deberes y tareas, para ayudarles
a concentrarse mejor. Si realizan una actividad extraescolar, la reanudación
del calendario de estas puede ser de gran ayuda.
- No
está de más tranquilizarles de sus miedos, contrarrestándolos con ejemplos
positivos. Nuestros hijos nos observan, escuchan lo que decimos, escanean
constantemente las actitudes de su entorno y aprenden por imitación. De
nuestras acciones dependerá en gran medida qué tipo de adultos serán cuando
crezcan. Con lo cual, es nuestra responsabilidad ser esas personas que deseamos
que nuestros hijos admiren, respeten e imiten. Si sus padres se quejan porque
tienen que volver al trabajo, los pequeños también se quejarán porque tienen
que regresar al colegio.
Como de costumbre, a pesar de los consejos
que aquí os podamos dar, no está de más recordar que la mayor influencia
en la vida de los niños procede de sus padres. Que los padres acompañen a sus
hijos en el proceso de crear buenos hábitos no solamente incluye la motivación,
el seguimiento y las recompensas. El papel más importante que debemos desempeñar
es el de ser ejemplos a seguir.
Fuentes:
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